Gandadría.- Seis toros de El Torero, bien presentados, encastados y con movilidad. Los mejores, el tercero y, sobre todo, el cuarto, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.
Juan José Padilla, de burdeos y oro: casi entera (dos orejas); y estocada en la suerte de recibir (dos orejas y rabo).
José Antonio “Morante de la Puebla”, de nazareno y oro: tres pinchazos, otro hondo y tres descabellos (bronca); y estocada (dos orejas):
Octavio Chacón, de grosella, oro y remates negros, que sustituía a Cayetano Rivera: pinchazo hondo que acaba tragándose (dos orejas); y estocada tendida y trasera (oreja).
Inicidencias.- La plaza se llenó hasta la bandera en tarde de calor.
Padilla, que fue recibido como en héroe en Sanlúcar, correspondió al afecto de sus paisanos con una primera faena de alto voltaje, premiada con las dos orejas.
El momento culminante de su actuación fue el variado y vibrante tercio de banderillas que protagonizó. Muleta en mano diseñó una labor basada en el pitón derecho, por donde se mostró sólido con un toreo mandón, ligado y de mano baja. Una casi entera fue suficiente para que el toro, que tuvo una muerte de bravo el centro del platillo, rodara, premiándole al torero con las orejas.
En el cuarto llegó la traca final con un “pirata” entregadísimo ante un toro de mucha movilidad y duración. Tres faroles y una revolera dieron paso a otro explosivo tercio de banderillas. La faena de muleta tuvo de todo, pero fundamentalmente fue un desglose de toreo galerista aderezado de un sinfín de derechazos bien hilvanados.
La gente disfrutó de lo lindo, y hasta se puso en pie cuando Padilla hacía un desplante de espaldas al toro, que, dicho sea de paso, acabó enseñando la bandera blanca ante tanto trajín que llevaba encima.
Una estocada en la suerte de recibir en los mismos medios acabó con el de El Torero, que fue premiado con la vuelta al ruedo antes de que el jerezano paseara los máximos trofeos.
Morante no quiso ni ver a su primero, que ya se le frenó en los capotes. El sevillano le hizo cuatro cositas por el derecho y, a partir de ahí, lo macheteó y se fue directo a por la espada, llevándose la bronca del respetable, que como guasa añadida aplaudió al toro en el arrastre.
Pero las cañas se tornaron en lanzas en el quinto, al que Morante desorejó tras una faena de inspiración, torería y sabor añejo. Tras no destacar con el percal, el de La Puebla del Río llevó a cabo una faena de muleta repleta de detalles de otra época, en la que no faltaron pases por alto, trincherillas sublimes, y derechazos y naturales de bellísima factura, aunque siempre “al hilo” del pitón.
El final fue de categoría, con una tanda por la izquierda donde bordó dos naturales que alternó con cambiados por la espalda. Gran volapié final, y dos orejas.
Chacón, que ya había brillado por chicuelinas en su turno de quites del toro anterior, le cortó las dos orejas a su primero, un precioso burraco al que puso de largo en el caballo, y al que quitó por tafalleras abrochadas con hasta cuatro medias “acheneladas” de mucho sabor y torería. El toro apuntaba una excelente condición, y el gaditano, que brindó a Padilla, se fue a los medios para abrir faena de rodillas y pegarle una primera serie a derechas con un cambio de mano inmenso. Después el de Prado del Rey se rompió con el toro, al que atacó tanto que acabó afligiéndose.
Pero antes de eso había habido muletazos largos y de mano baja por los dos pitones, amén de los de pecho, simplemente extraordinarios. Final por manoletinas y un pinchazo hondo que acabó tragándose fue suficiente para que el animal acabara echándose en tablas.
El sexto fue un toro más atacado de kilos, al que Chacón cortó una oreja tras una faena de tanta autoridad que el animal acabó totalmente acobardado.