Imagen de la Inmaculada del Voto en la capilla que lleva su nombre en la iglesia de San Francisco

El Dogma Concepcionista de la Virgen se proclamó en nuestra ciudad de Jerez de la Frontera en la Capilla del Voto allá por 1617


Redacción

Desde 1617, la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera viene proclamando el dogma concepcionista de la Virgen María. Jerez es una de las primeras ciudades en proclamar este dogma, por detrás de otras históricas urbes como Sevilla, Burgos, Madrid o la castellana y zamorana población de Villalpando, que en 1466 declara la condición Pura de la Santísima Virgen y así lo defenderá si acaso fuese necesario. Y todo a causa de una peste y de una fraticida Guerra Civil por la Corona de Castilla entre Enrique IV y su hermanastro el Infante Alfonso. Colocamos aquí este hecho histórico toda vez que en Jerez también hay ciudadanos oriundos de la castellana villa de Villalpando.

Así que esta sección se sensibiliza con los amigos castellanos; mitad jerezanos de adopción y condición si preciso fuere. La Iglesia, por su parte, lo declara como tal con el papado de Pío IX, en el año 1854.

Dos siglos antes, en la histórica capilla de la Concepción, en el convento de San Francisco, la nobleza jerezana también declaraba la idea concepcionista de María, adelantándose en dos siglos a la proclamación oficial de este Dogma. Desde entonces, Jerez ha conocido a este enclave como la capilla del Voto. Un retablo barroco preside la capilla actualmente, remozada y restaurada hace pocos años y rescatado, por tanto, todo su valor arquitectónico para el disfrute de los jerezanos. En la calle central de este retablo podemos encontrar la imagen de la Inmaculada del Voto, cuya autoría se desconoce. Recientemente restaurada, podría haber sido la imagen que presidió este hecho histórico de la declaración del dogma concepcionista por parte de la ciudad. Cada mañana, son cientos de jerezanos los que pasan por este lugar a dirigir una oración a la imagen de la Inmaculada.

Era tradicional en Jerez renovar este voto inmaculista cada año en su festividad. Visitaba el convento de San Francisco toda la Corporación Municipal, posiblemente bajo maza para darle aún más suntuosidad al acto civil y religioso. Todavía lo recuerdan algunos y comentan que “era tradicional colocar unos grandes paños azules en los balcones altos que se encuentran bajo la bóveda de cañón”. Las nuevas generaciones no recuerdan este momento histórico que cada año la ciudad vivía con intensidad. Sin embargo, el desconociendo del pasado no impide hacer una valoración de lo que fuimos y, también, una mira puesta de cara al futuro.

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