Cincuenta años cuenta ya nuestra feria del Caballo tal y como la conocemos. Ya sabemos que la tradicional, la auténticamente histórica, siempre fue la otra, la que desapareció: la de la Vendimia. Pero eso es ahora harina de otro costal y nos quedamos con esta de mayo, que dicho sea de paso, es la más bonita del mundo.
Nunca una Feria fue tan bella. Nunca una Feria estuvo mejor medida, mejor habitada y más guapamente engalanada. Jerez y su Feria es ‘rumbo’, que dijo Pemán. Rumbo de la elegancia y de la alegría color grana. De los caballos bien plantados y del lugar en el que mejor se cala el sombrero de ala ancha. Donde las grupas tienen el sortilegio de acoger a los más bellos volantes.
La Feria del Caballo de Jerez es el lugar en el que más y mejor se decoran las casetas y mejor se miden los farolillos. Es la semana en el que el jerezano saca pecho. Donde más brilla el sol, donde mejor saben los caldos de nuestra tierra y el lugar en el que mejor saben las tapas de pimientos.
La Feria, con su paseo de caballos, con su alegría ininterrumpida, con su fantasía de colores, con sus mujeres más guapas que nunca, con sus casetas abiertas, con sus eucaliptos, que hasta parece que se visten de largo cuando llega el mes de mayo.
Toda esta ciudad de la alegría, toda esta fantasía concentrada, cumple este año cincuenta años. Dedicada a Lola Flores en esta ocasión. No se la pierdan porque en la Feria todo es posible. Se puede entrar al mediodía o cruzar la noche entre horas que pasan como suspiros de pasión. Todo es relativo en la Feria, todo se transforma. Todo tiene un cariz diferente. Nunca una tortilla de patatas pudo estar tan buena ni un guiso bueno de berza. Es la Feria del Caballo de Jerez. Un sueño de belleza sin igual que en este 2017 cumple cincuenta año. No se la pierda si no ha venido. Y sólo una advertencia. El único cuidado es que tiene ‘veneno’. Si viene y encuentra sus misterios, no dude que cuando llegue mayo estará de nuevo en esta tierra, pisando tan noble albero jerezano del parque González Hontoria donde se asienta todo este sueño que en Jerez dura siete días.