Uno de los debates que han mantenido entretenidos a los jerezanos estos días ha sido la nueva cara que se le va a dar a zonas como Corredera, Esteve o Santa María. Del empedrado se va a pasar a un asfaltado para que todo vaya sobre ruedas. Nunca mejor dicho.
A quien suscribe, la noticia no le ha parecido tan mal. Este debate es algo parecido a la diferencia entre una familia cuyos ingresos ascienden a cinco mil euros –pongamos por caso un político con media familia enchufada- y otra cuyos ingresos se quedan en escasos seiscientos euritos. Por norma general, la primera tendrá una buena casa y disfrutará de varios vehículos para moverse. En contra, la familia con el sueldo por debajo de la base mínima, tendrá un hogar más humilde. Es ley de vida.
Pues esto lo podríamos traer a lo del asfaltado. Jerez, desgraciadamente, no sabemos muy bien por el desatino de sus políticos o porque estábamos predestinados, es una ciudad muy por debajo de la media nacional. Aquí no es posible poder disfrutar de un buen adoquinado porque habría que hacer frente a un buen frecuente mantenimiento. Y ya que nuestros políticos se niegan a colocar por el centro autobuses mucho más pequeños, con el paso de un puñado de meses. el adoquinado volvería a estar como lo vemos ahora. Poco menos que Sarajevo después de un bombardeo. El alquitrán es fácil, barato y no da tanta lata. Ni apenas necesita mantenimiento en comparación con el adoquín.
Así que como no es posible tener una ciudad de primera, bueno es el alquitrán. Para que nadie se tuerza un tobillo ni los fabricantes de amortiguadores de carritos de bebés hagan su agosto a base de los jerezanos.